miércoles, 26 de marzo de 2008

Prueba Cadillac CTS




Cadillac hizo un campeón

El nuevo CTS es un marco en la historia de Cadillac, al regresarle el refinamiento, poder y buen manejo que no mostraban desde los años 50

Mucho se ha hablado de productos que supuestamente muestran “lo mejor de los dos mundos”, refiriéndose a América y Europa. Pero pocos se acercan tanto a realmente ofrecerlo como el Cadillac CTS de nueva generación. Con sus virtudes, este estadounidense puede no sólo competir contra la nobleza automotriz del Viejo Continente, es capaz de ganarles por buen margen.
Cuando Cadillac sustituyó el efectivo pero blando Catera por el mucho más agudo CTS, apuntó a Europa, casi exclusivamente. El auto era chico, con tracción trasera, buena potencia y diseño fuerte y atrevido. General Motors fue a Nurburgring, el templo de los circuitos europeos, para afinar el coche y darle ese toque de precisión y fuerza que encuentran en los alemanes a sus maestros. Pero el paquete siempre fue incompleto. Para agradar a los estadounidenses, al primer CTS le faltaba espacio interior y algo más de suavidad. Para conquistar a los europeos, necesitaba una calidad, más que nada de interiores, de la que se veía aún a años luz de obtener.
Pero si para la creación del primer CTS GM tenía al frente a Ron Zarella, el “papá” del Aztek, para el segundo el encargado de su paternidad fue Bob Lutz, “padre” de autos como el Dodge Viper y el Pontiac Solstice y autor de la famosa frase: “Coches feos no venden”. Por ello, las cosas hoy son muy, muy distintas.
Para beneficio generalizado, el CTS creció. No en su longitud total, pero sí donde le hacía falta: Hacia los lados. Ahora cinco centímetros más ancho, el coche se ve mejor, más firmemente pegado al suelo. Esto también ayudó en el espacio interior, mucho más generoso, al igual que en la estabilidad. Estos centímetros extras también permitieron que se añadiera la dosis de confort que querían los americanos, ya que la suspensión ya no necesitaba ser tan rígida, sin quitarle estabilidad que exigían los europeos.
Las proporciones también fueron beneficiadas y el conjunto, que sigue siendo controversial, es más agradable. Las líneas rectas, los ángulos agudos y las grandes superficies planas, siguen como la marca registrada del CTS y de Cadillac, pero de una manera mucho más armoniosa.
Si por fuera el CTS recibió una buena actualización, por dentro el cambio es absolutamente radical. De los plásticos baratos y ensamble poco cuidadoso de antes, el auto tiene ahora uno de los mejores interiores en su categoría. El dueño de un CTS ya puede pararse sin pena y hasta con una punta de orgullo, al lado de un Audi. El tablero se ve y se siente bien, al igual que la consola, los asientos y los forros de las puertas. Si acaso, el plástico central de la consola podría ser algo más refinado, pero esto ya es pedir mucho ante tan espectacular evolución que mostró el CTS.
Como todo, aún hay algunos puntos que mejorar, como la parte baja del tablero que se une a la consola, que es muy intrusiva y molesta a la rodilla derecha del chofer e izquierda del copiloto, más que nada en viajes largos. Luego, el quemacocos tiene una cortina que apenas tapa el sol y que puede ser muy efectiva en el frío de Detroit, pero ya nos la podemos imaginar en el canicular sol de mayo en Guadalajara.
El espacio es muy bueno y los asientos tienen un diseño curioso, ya que muestran excelente soporte lateral en el respaldo, pero nulo en la base. El equipo es bueno, con aire acondicionado digital con doble mostrador para conductor y pasajero delantero; controles para cochera; comandos de audio y de piloto automático en el volante, que tiene ajuste eléctrico de altura y profundidad. Al audio, que permite la conexión de equipos auxiliares a través de una conexión tipo mini jack y otra tipo USB, le falta la conectividad Bluetooth para el teléfono, algo imperdonable.
Atrás, el espacio para dos personas es muy bueno y el confort está garantizado por el buen cuero de los asientos y las salidas de aire acondicionado.
En su versión más equipada, precisamente la que probamos ahora, el CTS cuenta con un motor V6 de 3.6 litros con 306 caballos de fuerza. La potencia es suficiente y gracias a la muy buena caja de cambios automática de seis velocidades, el coche funciona de manera suave y tranquila. NO se puede exigir demasiada aceleración, empero. En nuestras pruebas, el CTS necesitó poco menos de 10 segundos para llegar a los 100 km/h, un desempeño que se mostró por debajo de los que esperábamos, más que nada debido a su peso algo elevado. Habrá que esperar la versión V para algo más de emoción. Pero hay que decir que los frenos se mostraron simplemente maravillosos y detuvieron el auto desde los 100 km/h en tan solo 37 metros. Increíble, este Cadillac frena como un Porsche. Y en las curvas, el coche mostró que es también un campeón. Tiene un comportamiento muy neutral, la carrocería no se inclina demasiado y hasta cuando logramos, por pura diversión, sacarlo de balance y hacer que la trasera bailara un poco, fue fácil corregir con el volante que es rápido, aunque tal vez un poco más ligero de lo que quisieran los más puristas.
La imagen de Cadillac está, desde hace algunas décadas, asociada a la de “autos para viejitos”. Este será un estigma difícil de quitarse de encima para la marca, pero la única forma es entregar productos como este. El CTS es un coche muy por arriba del promedio. Es, sin sombra de duda, el mejor auto americano en el mercado en este momento. Es también mejor que muchos europeos. Su mezcla de confort y estabilidad puede ser muy atractiva para muchos y, es cierto, serán los con algo más de edad los que más la apreciarán, pero ya no llega a ser el favorito de los que tienen más de 60 años, el CTS es muy atractivo para alguien que anda en sus 40, ya tiene dinero para comprarlo, pero no quiere sufrir los embates a los riñones producidos por las suspensiones de los alemanes. Además, por 45 mil dólares, el que lo compre estará obteniendo el tamaño de un Serie 5, con el precio de un Serie 3. Por si fuera poco, con la comodidad que sólo un americano es capaz de dar.

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