miércoles, 26 de marzo de 2008

Prueba Toyota FJ Cruiser




Todo en nombre del estilo

Inspirada en la Land Cruiser de la primera mitad del siglo pasado, la FJ acapara todas las miradas, pero cobra un precio por esto.

Andar en una FJ Cruiser es como usar un sombrero rojo, hay que prepararse para recibir las miradas. Es el más reciente objeto de deseo en México, con su aire “retro” y fuerte, con cara de que vence todos los obstáculos que se le pongan en frente. Para llamar la atención, hay muy pocos vehículos más capaces que éste. Para convivir día con día, las cosas serán un poco diferentes.
Este vehículo no estaba previsto para ser producido cuando apareció como concepto, en Detroit en 2003. Pero la recepción fue tan buena por parte del público y de los medios, que Toyota se vio en la “obligación” de construirlo. Lo hizo en un tiempo muy corto, de tan sólo tres años, para que la FJ Cruiser llegara al mercado estadounidense a finales de 2006, como modelo 2007. En México, poco más de un mes después de haber sido lanzada, es un éxito tan rotundo que el que quiera una como ella necesitará esperar unos cuantos meses antes de ponerse en su cochera.
El que conduzca una FJ Cruiser se sentirá como un niño un 25 de diciembre, mostrando su juguete nuevo a todo el mundo. Esta parte es la mejor parte de conducir la camioneta, disfrutar de lo que su diseño es capaz de hacer por su dueño, al menos mientras es novedad. Alta, con dos colores, uno para la carrocería y otro para el techo (invariablemente blanco), con faros redondos y defensas divididas, al estilo de los vehículos militares, le FJ es atractiva a prácticamente todos, incluso más que un Hummer, lo que es decir mucho.
Al entrar en la camioneta, encontramos detalles positivos y otros no tanto. Entre los primeros está, otra vez, el diseño. El tablero, totalmente vertical, está igualmente inspirado en el pasado al punto de que su parte central, donde se encuentran el estéreo y los controles del aire acondicionado, está pintada del mismo color de la carrocería. El espacio para los ocupantes de los asientos delanteros es bueno, al igual que la posición del conductor. También es interesante la idea de Toyota de crear un interior resistente al agua. La FJ Cruiser no tiene alfombras, sólo tapetes de hule. Y la tela de los asientos también está tratada para no absorber líquidos.
En la parte negativa, la primera que nos salta a la vista, literalmente, es la visibilidad. Los cristales son chicos. El parabrisas, casi vertical, es tan bajito que para que se consiguiera un buen efecto de limpieza en lluvia, fue necesario instalar a tres limpiadores. El pilar B está retrasado, junto después de la puerta trasera “suicida” es decir, que se abre al revés, como la de algunas pickups estadounidenses. Este pilar es extremadamente grueso y como efecto positivo tiene la vista que le da a la camioneta, que se percibe aún más robusta con él, pero del otro lado está la pobre visibilidad que resulta de su existencia. De hecho, los pasajeros que viajen atrás, tendrán buen espacio para piernas, hombros y cabeza, pero más les vale que no sean claustrofóbicos, porque no hay cristales que se puedan abrir. De hecho, el único cristal disponible es diminuto y sólo bueno para el que quiera viajar de incógnito.
Además, para que entren o salgan personas atrás, es necesario abrir la puerta de adelante y esto, a la larga y si se suben muchos invitados o familiares a los asientos traseros de la FJ, se vuelve muy incómodo.
La conducción de la FJ Cruiser es coherente con lo demás, es decir, tiene puntos a favor y en contra. Su motor, un poderoso V6 de 4.0 litros y 239 caballos de fuerza, es suficiente para hacer casi lo que sea, llámese acelerar a fondo, vencer zanjas o simplemente circular por la cuidad con suavidad. Dirección y transmisión, en al caso automática de cinco velocidades, le hacen buen juego y mecánicamente la FJ funciona como casi todo Toyota: de manera punto menos que perfecta. También ocurre lo mismo fuera de la carretera. La FJ es un vehículo extremadamente capaz, incluso cuando funciona sólo con la tracción en las ruedas traseras. Cuando las cosas se ponen más difíciles, basta con accionar la pequeña palanca en la consola central, justo al frente de la palanca tradicional de cambios, para que la FJ entre en el modo de 4x4 Alta o, para dificultades aún mayores, en 4x4 Baja. Si de plano es necesaria más ayuda, un botón que bloquea los diferenciales traseros le ayudará a sortearla y a seguir su imparable camino. Una verdadera maravilla de camioneta, en la hora de andar en la tierra.
El detalle aquí es que, para complacer a los que serán la mayoría de sus clientes, que la conducirán a lo mucho en su arduo camino hacia el supermercado, Toyota calibró la suspensión de una manera muy suave, haciendo muy cómoda la marcha de un vehículo rudo. Esa suavidad cobra su precio en la hora de enfrentarse a curvas con algo más de espíritu, cuando se percibe un fuerte ladeo de la carrocería. No se puede todo, es cierto.
El balance final es neutral, ni positivo, ni negativo. Para dos personas, con espíritu aventurero y sin prisa en las carreteras, la FJ es excelente. Para andar con más gente, en el día a día, o irse de vacaciones enfrentándose las curvas de la carretera a Puerto Vallarta, el gusto de comprarla durará hasta que pase la euforia de la novedad.

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